Hellouli nanazares. Ayy que ganas de volver a escribir otra entrada, y eso que ya estoy muy cansada de esta. Llevo 2 meses intentando hacerla cada fin de semana, porque por las mañanas no podía y ya sabéis que con el otoño… ¡se va la luz a las 6 de la tarde! Y para los que no lo sepáis yo trabajo con la luz natural, así que…
Pero bueno, basta ya de excusas, aquí tenéis por fin esta entrada que tantísimas ganas tenía ya de subir: ¡Hojas esqueletos! Y es que así mismo las voy a llamar, sin mayor rigor lingüístico. Podéis utilizarlas para hacer collares con resina, para marcapáginas, para crear cuadros, para preciosas decoraciones en scrapbooking… para lo que se os ocurra, porque quedan genial. ¿Preparados para ver el paso a paso? Sigue leyendo.
Para empezar, diré que las vi en la calle y quise reproducirlas, así que me interesé por ver cómo se hacían en internet. ¿Cuál es mi sorpresa? Que apenas encuentro información y la que encuentro es copia de una copia de otra copia de una traducción mal hecha. Y no es por quitarle el mérito a otras páginas, pero por eso me gusta comprobar por mí misma los DIY’s, porque al final, lo que estamos dando si no lo comprobamos es información errónea. Por eso, queridos nanazares, os prometo que a mí con esta fórmula SÍ me ha funcionado, porque la he estado probando, a base de ensayo y error por 2 meses. Así que aquí van los materiales y las medidas.
Antes de nada, mi recomendación es que cojáis hojas cerosas y que sean bastante flexibles, que no estén secas y no sean frágiles.
En mi “receta” utilizaremos bicarbonato sódico, aunque debo mencionaros que he probado a hacerlo con sosa cáustica y también funciona, el problema de la sosa es que es muy corrosiva y me rompí una olla y la mitad de mi cocina, así que no la recomiendo. En otros post he leído que se puede hacer con carbonato de sodio, pero sinceramente me parece más caro y más difícil de encontrar, así que aquí va mi receta con bicarbonato.
Con lo cual, utilizaremos 2 vasos de agua y ¾ de un vaso de bicarbonato sódico. ¡MUY IMPORTANTE! Para que este mejunje funcione, hay que meter el bicarbonato sódico en el horno durante 30 minutos a 200 grados. De verdad, es importante que no os saltéis este paso. Os daréis cuenta de que no altera para nada la forma del bicarbonato y que parecerá como si no hubieseis hecho nada, pero si no lo hacéis, no va a funcionar. (Y realmente sí tiene una reacción química, ya que si lo sometemos a altas temperaturas lo convertiremos en carbonato de sodio)
El siguiente paso sería meter el agua y el bicarbonato, ya pasado por el horno, en una olla, a ser posible vieja y de cerámica. Llevaremos la mezcla a ebullición y después introduciremos las hojas, bajaremos la intensidad del fuego y lo dejaremos cocer a fuego lento durante 2 horas. Iréis viendo que tanto el agua como las hojas se van poniendo negras.
Pasadas las dos horas, colaremos el agua, limpiaremos un poco las hojas y las dejaremos enfriar en otro cuenco con agua fría. Y ya está, no hace falta esperar más, cuando pasen 5 minutos podréis coger las hojas y con mucho cuidado y mimo, iréis “limpiando” la carne sobrante de la hoja y veréis como “destiñen”. Recordad que tendréis que limpiarlas tanto por una cara como por la otra. Después solo tendréis que dejarlas secar un poco y meterlas en un libro para que no se arruguen.
Y ya está, ya podréis utilizarlas para lo que queráis. Como veis yo las he empleado para hacer varios marcapáginas y un cuadro transparente que tan de moda están, pero como os he dicho antes vosotros podéis sacarles el uso que queráis.
Y nada más que añadir. Espero que os haya gustado, como siempre aquí tenéis el vídeo explicativo, porque ya sabéis que más vale una imagen que mil palabras. Tenéis los comentarios por si os surge alguna duda y la PÁGINA DE FACEBOOK donde podéis darle a “me gusta” y no perderos nada. Y de verdad, me toca daros las gracias porque he estado dos meses ausente y aun así habéis seguido apoyándome y estando conmigo, así que gracias. ¡Nos vemos muy pronto!